Resistiendo a la desolación

La primera parte de El hobbit fue un calvario para los lectores de la obra original de J.R.R. Tolkien.El director Peter Jackson sucumbía a la tentación de expandir al máximo cada anécdota del libro pa ra cumplir con la exigencia de hacer una nueva trilogía, a la zaga de El señor de los anillos. El objetivo era prin cipalmente comercial, pero sin descuidar el aspecto creativo. De todos modos, el crítico descubría rápido el defecto de fábrica. El guión daba tumbos y redundaba sobre la marcha, como una larga secuencia de presentación de personajes en una cabaña del bosque encantado. Entendíamos la ironía.Los enanos, unos seres de la mitología épica, debían salvar al mundo de las garras del mal.Así el realizador volvía a ofrecer su interpretación del género, próxima a la picaresca cervantina. Por tanto, una pandilla de Sanchos, guiada por un insólito Quijote, se encargaban de plantar cara ante los gigantes o molinos de viento de la historia. Los antihéroes, los perdedores del cuento, buscaban su revancha, al acecho de las taras sociales del código de ética establecido.En la obra todo es un asunto de moral, de escoger el camino correcto, de resistir a los embates de los enemigos, de los orcos, de los trolls, de los egoístas, de los pobres de espíritu.Una filosofía a menudo tildada de simplista y binaria.En cualquier caso, la cinta disminuía el impacto de la sorpresa al repetir la aventura de Frodo en la trama de crecimiento personal de Bilbo. ¿Cuál es la diferencia con la segunda entrega? Por un lado, persiste el desacierto de estirar a juro las acciones, hasta colmar la paciencia del respetable. Al principio celebras los cambios graduales de ritmo, luego cuentas los minutos a la espera de una evolución. Por el otro costado, el libreto gana en densidad, lirismo y poder...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR