Resonancias del butoh

Los orígenes de las expresiones artísticas con frecuencia bordean la impre cisión. Diferentes factores y acontecimientos confluyen, no siempre con total claridad, hasta ver surgir una manifestación estética generalmente considerada como momento de ruptura con todo cuanto le precedía. El butoh no ha escapado de esta realidad. Entre el fuerte apego a una tradición milenaria, la irrefrenable necesidad de expresión de una realidad devastadora y la búsqueda de un gesto alternativo se encuentra su nacimiento como manifestación escénica japonesa, que experimenta actualmente un notorio auge en contextos sociales occidentales. De 1959, se conviene en aceptar, es la data del surgimiento del butoh o danza contemporánea de Japón. En Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno se reconocen sus orientadores fundamentales, creadores de experiencias intensas que convocaban a un nuevo arte nipón. La obra Kinjiki El color pro hibido de Hijikata marcó el camino inicial de la danza butoh y se convirtió en signo del dolor y la espiritualidad colectiva representada por seres individuales después de los históricos acontecimientos atómicos. La representación de Nikutai no haurau Reacción del cuer po, igualmente de Hijikata, consagró definitivamente al butoh como género y propició su reconocimiento universal. Afirmó este creador visionario que para generar una danza era suficiente con abrir un espacio vital a lo popular. Con ello enfatizaba que lo esencial se encuentra en la manera en que los pueblos asumen el cuerpo y el gesto. Hoy, el butoh resuena en otras partes el mundo buscando, desde su esencialidad, un nuevo sentido de identidad. Durante los pasados meses de abril y mayo tuvo lugar en Quito, Ecuador, el I Encuentro Latinoamericano de Danza Butoh; recientemente en Buenos Aires, Argentina, se inauguró...

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