La responsabilidad que tiende a cero

A esta hora, un relato adquiere estatuto privilegiado: la evasión de la responsa bilidad. Recién anunciados los resultados electorales, agentes que fueron determinantes en la gestación del régimen nefasto que se inauguró en 1998, han activado sus dedos para señalar a otros como los responsables de la derrota. No importa si el método mantiene o no su eficacia: el viejo procedimiento de repartir culpas a los demás sigue siendo el recurso a mano de sujetos sin imaginación ni escrúpulos. La operación es varias veces regresiva: se propone el retorno de figuras que han sido superadas por las realidades políticas; sugiere la tesis de que personas y organizacio nes que han sido claramente alejadas de las preferencias, entienden la derrota como la puerta batiente por la que podrían volver a liderar la lucha venezolana por la Democracia; pero, sobre todo, es síntoma de una idea que aún respira, en relación al estado de la cultura política entre los ciudadanos demócratas: que el objetivo de superar a Chávez tolera cualquier cosa, como si la responsabilidad en este caso, la responsabilidad con el futuro del país, fuese un bien transable después de un resultado electoral adverso. Uno de los asuntos a pensar podría ser la respuesta a la pregunta de si la responsabilidad es todavía un valor compatible con el ejercicio de la política. Y, de mayor alcance aún, si una derrota electoral es imputable a un hombre, a un equipo o a seis millones y medio de electores. Posiblemente nadie tiene una respuesta final a esta pregunta. Lo más seguro es que la lucha por la Democracia no será sostenible bajo el criterio de la delegación: colgarle todo el caso a un...

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