Retorno al vanitas. La obra de Roberto Obregón

Como la fruta pasada que en los bodegones barrocos simbolizaban la senescencia en aquella época con un propósito moralizante, ese paso del tiempo y el ineludible envejecimiento del ser humano también se registra en la disposición sobre el papel, en serie, de pétalos de rosas diseccionados por el artista Roberto Obregón Barran quilla, Colombia 1946 Tarma, Venezuela, 2003. A través de lo que quedó de una rosa enferma, pétalos desprendidos de una flor moribunda, este artífice reflexionaba acerca del inexorable camino hacia la muerte. ¿Escogencia de la naturaleza al azar? ¿Por qué se decantó hacia los residuos otoñales dejados por la naturaleza en la belleza de la rosa, un elemento constantemente relacionado con el amor y la hermosura en nuestra cultura occidental? Si lo llevamos a la reflexión estrictamente en torno a la obra de arte, ¿esta propuesta plástica en concreto podría significar el nacimiento de otros pensamientos, otras esté ticas, otras vidas por las cuales filosofar? ¿Una poética que se hace inminente? Para abordar la obra de Obre gón, el curador venezolano Ariel Jiménez propone una interesante asociación de su estética con el concepto de vanitas. Esta iconografía, frecuentemente trabajada por los artífices del barroco, refiere a la brevedad de la vida y al triunfo de la muerte destacando la vanidad de lo placeres humanos, la inutilidad de los vicios y hábitos humanos frente al tiempo. Roberto Obregón fue de hecho contracultural e irreverentemente intelectual al establecer relaciones...

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