Retribución fl oral

Esta vez me permitiré contar Âen medio de la ordinariez con la que funcionarios ig naros nos avergüenzan ante el mundo en política exterior una historia que al serme revelada me conmovió profundamente. Referido el comienzo al 19 de enero de 1943, cuando en Ottawa la princesa Juliana, holandesa, dio a luz a Margriet Francisca en el Hospital Civil de esa ciudad; primer bebé de una realeza en nacer en Norteamérica, y nacimiento así histórico que ayudó a forjar una estrecha cercanía entre Canadá y los Países Bajos que dura hasta nuestros días. La princesa y sus dos niñas llegaron a Canadá en junio de 1940, un mes después de haber tenido que salir de su patria invadida por tropas alemanas. Temiendo por su seguridad la familia real se fue a Londres, pero con la certeza de que el Ejército alemán llegaría a Inglaterra la reina Wilhelmina decidió enviar a la princesa Juliana Âsu única hija y heredera al trono a Canadá. A comienzos de junio la princesa de 31 años y sus hijas abordaron secretamente un barco con destino a Halifax. Su esposo, el príncipe Bernhard, permane ció en Londres sirviendo en la Royal Air Force. En Ottawa fueron recibidas por el conde de Athlone, gobernador general de Canadá, como huéspedes en el Rideau Hall, luego en la Stornaway House. No tardó la princesa en ganarse la simpatía de los residentes, gracias a su actitud que a decir de las crónicas consistía en inscribir sus hijas en escuelas públicas, insistir que su fa milia fuera tratada como cualquiera otra, ir a sus compras en las tiendas y hacer sus colas en el cine. Al enterarse del embarazo de ella el Gobierno canadiense declaró extraterritorial el área de maternidad del hospital, de manera que el bebé tuviera a plenitud nacionalidad holandesa; de no haber sido así su hija no...

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