Reverón: otra locura

Juanita es la caña de azúcar que brota de la tierra y se convierte en papelón para endulzar la vida Armando Reverón. Diego Rísquez La embriaguez tiene un lugar especial en el pensamiento de Nietzsche. Su estado no es el del borracho que no sabe qué hacer ni cómo lo hace, más bien alude, para decirlo en el lenguaje coloquial, al prendido sabrosito, que se siente desinhibido pero con absoluta conciencia de lo que hace y cómo lo hace, aquél que se siente capaz de desandar rutas que cotidianamente, por el peso de la moral y las buenas costumbres, no lo haría. Se trata del estado de la lucidez para percibir, comprender y abordar el rumor de sí mismo y el paisaje de la otredad. La embriaguez es estomacal, se alimenta del cuerpo sensible de los otros y ese disfrute, a su vez, lo recompone, lo rearma, lo rearticula, lo fabrica artesanalmente, con el alimento deglutido. Se trata de un ejercicio en el cual el artista manifiesta su ser en el acto creador. Es una manifestación erótica de comunión con el otro. Cuando me pregunto por la obra de arte. ¿Qué es una obra de arte? Pregunta filosóficamente trajinada y compleja, pero arrechísima de responder, me suele venir una imagen un poco escatológica, pero me gusta. Es un Viagra que embriaga. Armando Reverón de Diego Rísquez es un Viagra que embriaga. Trabajo engranado por la magistral interpretación de Sciamanna, el canto fotográfico y la poética dialógica. La embriaguez discursiva aborda, fundamentalmente, el período blanco, el de la locura que enceguece de tanta luminosidad. Locura musical de guacamaya. Trenzado por la cabuya de esa caña de azúcar, Juanita, cargada de ritual, performance religioso y erótico, ébano rústico, que lo penetra salvaje en el repicar de tambores, con una vocación reverencial, mítica, inocente, contemplativa y silenciosa, para florecer artista, madre, tierra, amante, en su comunión cómplice con el susurro de las muñecas. Ella es la danza que comprende la razón de la locura. Se enfrenta animal contra el deber ins titucional, porque carga en los hombros la potencia creativa de la humanidad, orgiásticamente religiosa, de su amado Armando Reverón. Compartiendo el...

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