La revolución cumple cien años

Admiradores y detractores de la Revolución rusa de octubre de 1917 se han ocupado de celebrarla o condenarla. Algunos incluso han intentado la difícil tarea de hacer las dos cosas al mismo tiempo o, más analíticamente, de mostrar las luces y las sombras. Están las voces de quienes, desde la perspectiva de las aspiraciones o desde la nostalgia, la ven como la revolución que abrió el espacio a los anhelos de progreso y justicia social, pero también las de quienes la juzgan por sus hechos y por los resultados.Empeñados en buscar una síntesis de lo que ha dejado finalmente la Revolución soviética no sería un exceso de simplificación reducirlo a dos hechos: el diseño y la materialización del modelo totalitario, por una parte y, por otra, la creación y el desencanto de un mito. Así observa recientemente el historiador y ensayista francés Nicolas Baverez en Le Figaro. Bajo el título La sombra de la Revolución rusa de 1917. Se trata de un hecho inmenso que domina la historia del siglo XX. Lenin no solo destruyó la Rusia zarista y contribuyó a enterrar la Europa liberal del siglo XIX, sino que ha inventado el totalitarismo, escribe.El totalitarismo iniciado por Lenin y perfeccionado por Stalin queda en la historia como una pesadilla de terror y un modelo de sumisión y negación de derechos y de libertades. La implantación de un modelo económico de planificación centralizada y de dominio del Estado ha proba do ser el camino para el atraso y la generación de miseria. La necesidad de control absoluto sobre bienes y personas institucionalizó la persecución, las purgas, la aniquilación del enemigo. Se instaló un engañoso paternalismo cuyo objetivo no era otro que la sumisión. Stalin habría podido firmar lo que en 1927 dijera Mussolini para enunciar uno de los principios del Estado totalitario: Nosotros nos ocupamos de todos los aspectos de la vida del hombre.Pese al fracaso del régimen soviético, las utopías sobre las que se levantó y a cuyo desencanto contribuyó siguen agitando movimientos diversos en el mundo. Sobreviven sus contradicciones bajo formas híbridas en las que conviven la prédica social con la sumisión ciudadana, el imperialismo económico con la dictadura burocrática...

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