Las revoluciones no perdonan

En la película El últi mo emperador, el mo narca, viejo y convertido en jardinero por la Revolución Cultural China, ve pasar a un grupo de prisioneros con un letrero humillante colgado al cuello, donde se leía el supuesto delito cometido. Delitos, como creer en otra religión o como poseer libros diferentes a El Libro Rojo de Mao.Cualquier cosa que no fue ra adorar a Mao Tse-tung, era suficiente para encarcelar y humillar públicamente, como lo hicieron aquí con el ex ministro de la defensa, General Raúl Baduel, cuando criticó a Chávez.En la película, el emperador gira su rostro hacia una multitud que injuriaba y golpeaba a quienes traían amarrados. Cuál no sería su sorpresa al reconocer, entre ellos, a su torturador.En las revoluciones, quienes un día apoyan la locura, otro día, son traidores. ¿No es así, ex ministros Giordani y Navarro? ¿No sentirán miedo los actuales jueces del TSJ? Hay que llamar a la reflexión a estos irresponsables que huyen hacia adelante. Ya no están al borde del barranco, están en el vacío. Salgan a la calle y a los mercados populares. Miren, palpen, oigan, pregunten en las colas, no sean obtusos y locos. Nadie los quiere. Perdieron en todas partes ¡Están jodidos! ¡Sálvense! Esa utopía absurda llamada socialismo del siglo XXI murió.Está enterrada con Chávez. Ni los descarados de Fidel y Raúl quieren seguir con ese fracaso. Los cubanos, abiertamente, aman a...

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