Robin Hood de goles como flechas

Darío Figueroa nunca ha recorrido el bosque de Sherwood, en la Inglaterra profunda, pero aún así lleva con alegría el apodo de Robin Hood que los medios de comunicación social y la afición del Caracas FC, le han puesto por su manera de celebrar sus goles para el equipo de la Cota 905. Fue algo que planeamos en los entrenamientos. En un tiempo celebráramos como si estuviéramos jugando barajas, porque nos gustaba cargar un pequeño casino en las concentraciones. Después cambiamos para el arco y la flecha. El mediocampista de ataque tensa la cuerda y dispara: gol, la red se ha estremecido con el impacto, como se estremeció su vida cuando el 13 de septiembre pasado, en una clínica de Armenia, nació su hija colombiana: Milagros. No tiene segundo nombre, dice Lina, la linda esposa de Darío y bueno, las mujeres de ese lugar, departamento de Quindío, marcado en la geografía colombiana como región cafetera, tienen fama de ser las más bonitas de su país. Y no lo escogimos por algo en particular. Nos gustaba, simplemente, y no teníamos previsión por si nacía varón. Algo hubiéramos inventado. La gente comienza a moverse en el centro comercial Galerías Paraíso donde se produce la entrevista, y la pareja Figueroa se distrae un momento con el gigantesco árbol de Navidad. La diminuta Milagros, la niña de tres nacionalidades, no se inmuta, y Darío la mira con complacencia de padre feliz: Ella es en verdad un milagro. Figueroa, que ha atravesado los siete mares colgado de los botines de fútbol, y que con la cinta blanca alrededor de su cabeza ha caracterizado su andar por las canchas no tiene ningún significado especial, explica, inició sus andanzas en San Rafael de Mendoza con el equipo de esa, su ciudad, desde donde se catapultó al River Plate. River me prestó al Yokohama Marinos de Japón, y allá fui al tener los 18 años de edad. Boleto rumbo a oriente. A Ja pón a sus 18 años, tamaña osadía. No obstante, Figueroa estaba ganado para la idea de ser hombre de mundo, como mandan los cánones del fútbol, y hombre de mundo ha sido. Regresé a Argentina con el Quilmes, de ahí fui a préstamo al Aldosivi, de Mar del Plata, que entonces estaba en la segunda división, recuerda de sus primeras andanzas. Después llegué a Ferro y luego viajé a México para hacer la pretemporada en el Atlético Mexiquense, su equipo filial. Regresé a Argentina y ahí fue cuando me contactaron Rafael Dudamel, que estaba armando al Maracaibo, y un empresario. Así llegué a Venezuela. Oh...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR