Rodolfo Izaguirre y Fidel Castro

Tuve el honor, junto a Simón Alberto Consalvi y Ramón Hernández, de ser jurado para elegir el mejor artículo de opinión publicado en el último año en El Nacio nal. Esto de ser jurado para el premio más impor tante de este diario es un compromiso inimaginable, debido a la altura y los nombres de quienes allí participan. Tomar la decisión ante tan excelentes artículos resultó en extremo difícil. No sé si a Simón Alberto o a Ramón les pasó, pero en lo que a mí respecta, me costó aceptar que sólo uno debía ser el ganador. Este año sucedió algo mágico y creo que irrepe tible: recibí una llamada en conferencia de Simón Alberto y Ramón: -Claudio y... ¿entonces para ti quién gana? Uno se intimida ante tal pregunta y contesté: -Díganme ustedes primero... -No, di tú... después Ramón y luego lo haré yo Âdijo Simón Alberto. Así de infantil nos comportamos, y con timidez, respondí: -Para mí el campeón es Rodolfo Izaguirre con su diabólico y maravilloso artículo ¡Una Pinta!. No había terminado de hablar cuando a través de la bocina escucho un grito de alegría de los dos. Increíblemente ellos también pensaron en el mismo artículo y articulista. La decisión los había emocionado igual que a mí. Alegre y entusiasmado llamé a Izaguirre y a Be lén, su esposa, para comunicarles el veredicto del jurado. Siento que Izaguirre ha ido creciendo como escritor, y no lo ha hecho por erudito ni por escribir raro, todo lo contrario: facilito y cortico, Rodolfo relata con un lenguaje normal, un cuento lleno de humor y creatividad, casi siempre sobre hechos cotidianos que a otras personas les parecerían intrascendentes. Rodolfo Izaguirre es valga la...

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