En Roma con Capriles

No fue un viaje de placer. La fantasía quiso prometer horas de esparcimien to que jamás llegaron. Nada de escapes hacia las pastas bien servidas, como supuse sin fundamento. Sólo un periplo de incansable actividad del cual haré un vistazo para información de los lectores.Salimos de Maiquetía el lu nes 4 de noviembre en la tarde, en un vuelo con escala en Madrid que nos dejó en nuestro destino en la tarde del día siguiente. La cabeza del grupo fue Henrique Capriles, gobernador de Miranda, a quien había concedido audiencia privada el papa Francisco. Aparte de Ramón Guillermo Aveledo, Coordinador de la MUD, formamos parte del grupo: Julio Borges, Coordinador Nacional de Primero Justicia, Bony de Simonovis, esposa del comisario cuya prisión se ha convertido en caso emblemático; Carlos Altimari, asistente personal del gobernador, y yo. Precedió a los viajeros el envío de un paquete de regalos para el papa, remitido a Roma con anticipación de cuatro días: tallas artesanales de la Virgen de Coromoto, de la Divina Pastora y de José Gregorio Hernández, una imagen de la Virgen del Valle y una espléndida máscara de los diablos de Yare, que había ordenado el gobernador para ponerlas en las manos de su anfitrión. Le pareció adecuado dejarle un testimonio de la religiosidad popular en Venezuela.En este tiempo de apareci dos, las ofrendas no aparecieron. No estaban en la oficina correspondiente cuando bajamos del avión. Un error de la empresa encargada del transporte las dejó en Berlín. Comenzó entonces un insólito trabajo de seguimiento que significó llamar cien veces a deshora a los responsables del extravío, o a amigos que con su intercesión realizaran el milagro del encuentro. Ya entrada la noche, apenas tuvimos tiempo de hacer una visita a la Basílica, como para aclimatarnos con el compromiso del día siguiente.El hambre nos condujo a la plaza del Panteón, hacia un lugar recomendado por Ramón Guillermo, y de allí a descansar. A la hora de dormir en un hotel cercano a la Plaza de San Pedro, continuaba la expectativa en relación con las imágenes estacionadas en Berlín.Desayunamos a las ocho de la mañana. Luego nos reunimos para mirar los detalles de la audiencia con Francisco, según habíamos convenido el día anterior. Capriles hizo un amplio comentario sobre el propósito de su visita, revisó con cuidado los documentos que dejaría en el Palacio Apostólico, se detuvo en los planteamientos sobre los cuales quería insistir, entre ellos el caso primordial...

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