Romper el cerco

En el nada noble recular que debería quedar para la memoria como la otra enfermedad ho landesa se resumen terribles pistas sobre el grosor del cerco que se ha construido alrededor de la ruina material y moral de nuestro país.Por supuesto que no debe ol vidarse que el levantamiento y engrosamiento de ese cerco fue tarea principalísima del régimen que se instaló en Venezuela hace tres lustros. El que comenzó por procurar legitimidad para el mandato ganado en elecciones por un militar golpista y continuó con el acercamiento a países en los que desde muy temprano encontró afinidades para el desafío al derecho constitucional e internacional. Al paso de los años, la lubricación petrolera, financiera, comercial y política del supuesto plan para la diversificación de las relaciones exteriores creó los lazos necesarios para utilizar cualesquiera de los instrumentos de la política de poder en la protección de un régimen cada vez más autoritario. Así llegamos a la fase en la que, en el empeño por hacer irreversible el control del gobierno, a falta de carnada se amenaza con desconocer lo otorgado y lo adeudado.Por supuesto que los socios de afuera han hecho lo suyo.Aun quitando referencias tan evidentes como Rusia, China, Irán, Bielorrusia o por supuesto y para comenzar Cuba, han sido muchos los arreglos pragmáticos que han contribuido a frisar el muro para que esto no se vea tan feo desde el exterior.Que lo digan visitantes frecuentes, no solo de la Alianza Boliva riana y Petrocaribe, o de Argentina. Son gobiernos como los de Lula da Silva y Dilma Rousseff, Juan Manuel Santos y José Mujica, que también hacen cuentas pero las adornan con argumentos institucionales y amagos de...

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