Philip Roth: Trascender la comunidad y la nación para alcanzar la universalidad

La reciente concesión del Premio Príncipe de Asturias a Philip Roth, hecho que lo suma al pequeño club de autores de lengua inglesa galardonados por la corona española --entre los que están Arthur Miller 2002, Susan Sontag 2003, Paul Auster 2006 y Margaret Atwood 2008--, confirma lo que muchos de sus detractores temían desde que le fue adjudicado el Pulitzer por Pastoral americana, en 1998: que el au tor de Adiós, Columbus 1960 es la imagen del intelectual hecha a la medida de su sociedad; aunque sea exclusivamente para censurarla. El acta del jurado confirma esta sospecha, al emparentar su obra narrativa con la de John Dos Passos, Francis Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, William Faulkner, Saul Bellow o Bernard Malamud y señalar que sus personajes, hechos [y] tramas conforman una compleja visión de la realidad contemporánea que se debate entre la razón y los sentimientos, como el signo de los tiempos y el desasosiego del presente. Entre las razones para consi derarlo uno de los intelectuales cruciales de Estados Unidos se encuentran el hecho de que se autoproclame constantemente como un escritor estadounidense, los temas de sus obras y --aunque resulte difícil de creer-las polémicas que se tejen alrededor de su figura que lo convierten en hombre de letras, que se mantiene a un lado del camino para mantener perspectiva sobre los desmanes de su sociedad. Su obra entera, tanto ensayís tica como en narrativa de ficción, busca desentrañar las paradojas de la mitología popular de Estados Unidos. A la par de haber sustentado su carrera literaria sobre la crítica sostenida y profusa de la corriente moralizante que corre por su sociedad, Roth se declara rabiosamente estadounidense, como hizo en 1981 en una entrevista con Alain Finkielkraut para la revista Le nouvel obser vateur: Norteamérica me per mite la mayor libertad posible para practicar mi vocación ... [T]iene el único público literario que puedo imaginar que obtiene de mi obra un placer continuado ... Soy un escritor norteamericano en aspectos que no hacen de un lampista un lampista norteamericano ni de un minero un minero norteamericano ni de un cardiólogo un cardiólogo norteamericano. Más bien lo que el corazón es para el cardiólogo, el carbón para el minero, el fregadero de la cocina para el lampista, Norteamérica lo es para mí. Aunque repetidas veces ha declarado que su preocupación perenne es la relación entre el mundo de adentro y el de afuera de la escritura, sus obras muestran...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR