Sobre ruedas

Mientras el futuro político del país depende de un hombre joven que llega al Consejo Nacional Electoral luego de caminar a paso fuerte más de diez kilómetros, ahora el Gobierno saca su gallo tuerto y lo lleva en un camión, entre olores de cebollas y pimentones, componentes fundamentales de un guiso, hasta la sede del máximo ente comicial. No les queda otro remedio, desde luego, porque sin la imagen del líder, aunque sea cojo, el partido de la revolución no tiene sustituto para enfrentar al candidato de la oposición unida. Es una lástima que entre tantos civiles y militares que han lucrado sin cesar a la sombra de la revolución no exista un cínico que, al menos, se atreva a elaborar un discurso alternativo por si acaso se le presenta la muerte al jefe y le toca la puerta de repente a medianoche. Existe entre el oficialismo un temor a tener ideas, a mirar al futuro, a pensar una Venezuela diferente, que los venezolanos no saben si atribuir al miedo que existía cuando el general Juan Vicente Gómez o a que en verdad son unos verdaderos tarados, estériles e incapaces de imaginar otro país. Exceptuando a tres civiles mediocres y oportunistas como Maduro, Alí Rodríguez y Aristóbulo, a la revolución bolivariana no le queda sino borra de café. Aristóbulo fue adeco gritón de cabilla en mano para arremeter contra los sindicalistas de izquierda en los años sesenta, miembro del MEP para aprovecharse de la figura honesta de Luis Beltrán Prieto Figueroa, de la Causa R para sacarle jugo a Maneiro, del PPT y ahora de PSUV para que lo nombraran ministro de...

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