Mucho ruido y pocas nueces

Hace meses el primer mandatario nacional anunció la creación de un producto financiero, que sería otorgado por el Banco de Venezuela, para ayudar a los venezolanos en su poder adquisitivo, una suerte de extensión del salario, bajo la figura de financiamiento a tasas preferenciales, que permitiría a estos privilegiados venezolanos adquirir alimentos, bienes y servicios provenientes de las entidades públicas que los prestan, tales como Mercal, Pdval, Éxito, Conviasa, etc. El anuncio presidencial fue por demás polémico, por la vehemencia que el primer mandatario le imprimió; se trató de decir que esa tarjeta de crédito, Cédula del Buen Vivir, no es una tarjeta de crédito, sino un plástico que servía para comprar y luego pagar a plazos con intereses; incluso, el Presidente señaló que había apelado a un diccionario para buscar palabras que sustituyeran la tradicional locución tarjeta de crédito que era un símbolo del capitalismo, del consumismo. A varios meses del anuncio, solamente han sido entregadas 3.000 cédulas del Buen Vivir, y ahora se otorgan otras pocas a algunos de los damnificados por las recientes lluvias. Pensamos que en este último caso ya no es la misma Cédula del Buen Vivir originalmente...

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