Ruptura y paradigma

El límite entre el ballet neoclásico y el contemporáneo está hoy en día claramente definido. Los postulados de George Balanchine, que propiciaron el establecimiento del primero de los estilos mencionados, teniendo como determinante antecedente la avasallante experiencia de los Ballets Rusos de Diaghilev, abordaron el movimiento desde una perspectiva abstracta, de espíritu libre y desaprensivo e hicieron de la puesta en escena de sus obras un ejercicio de depuración extrema. Roland Petit y Maurice Béjart vincularon sus visiones de la danza con las corrientes filosóficas, sociales y políticas del momento, otorgándole un carácter orgánico e intrínsecamente teatral. Tal vez en ellos se encuentre el origen de la contemporaneidad en el ballet como un nuevo y autónomo estilo que, de hecho, ya constituye una evidente realidad. El advenimiento y la evolución de la danza moderna con la irreverencia de su impulso, la inconformidad con un cuerpo meramente lúdico y necesitado de una expresión profunda, se tradujo en el desarrollo y la universalización de técnicas alternativas. La adecuación de la noción de interdisciplinariedad en las artes y la incorporación a ella de la tecnología, trajeron consigo un ambiente de inevitable transformación en los patrones del ballet neoclásico. El nombre de Jiri Kylian surge como fundamental dentro de la generación pro pulsora de adecuaciones y también rupturas con un pasado no tan remoto, aún fastuoso y ausente de reflexión, que traería consigo las caracterizaciones de un ballet contemporáneo. El creador nacido en Praga se constituye en cimiento de una corriente que traería asentamiento y decoro, al tiempo que conciencia del presente y visión del futuro, a una manifestación escénica que nació cortesana y en buena medida todavía se...

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