La ruta de la empanada y del embuste

En los tiempos en que el gobierno proclamaba que el precio justo del barril de petróleo era de 200 dólares el barril, porque consideraba poco los 140 que recibía casi de brinco rabioso y sin descuentos ofensivos como los que pactó con China, la diferencia entre lo que ganaba un funcionario del alto gobierno y un pen sionado del Seguro Social no era menor de 40 salarios mínimos. Todo les resultaba fácil, hasta el don de la ubicuidad.Podían ser directivos de varias empresas del Estado, comisionados de la presidencia, funcionario en servicio especial y quedarles tiempo para dedicarse a actividades propias de su profesión y ser un aguerrido militante de la revolución y del socialismo del siglo XXI.Tremenda estafa.Mientras a los emprendedo res menos favorecidos por la dinámica revolucionaria los invitaban a incorporarse en la ruta de la empanada la más simple, o en la ruta del chocolate más sofisticada, tanto que nunca empezó, ellos con sus empresas de maletín y sus contactos en la oficinas que aprobaban los dólares preferenciales incursionaban en los grandes negocios y empezaban a conocer beneficios milmillonarios en moneda dura mediante fidecomisos, cuen tas numeradas, compras ficticias, sobreprecio y demás movimientos en bancos liberales en el lavado y secado. Todavía no se investiga el chanchullo de Andorra ni Jorge Giordani, tan santón y pulcro, echa el cuento completo de todo lo que sabe y de todo lo que aprobó como superministro. Ni ha dicho cuántos kilos de arroz se cosecharon...

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