Anselm Kiefer: La sal de la tierra

Atravieso el umbral del Magazzino del Sale dejando a mis espaldas la luminosidad de una mañana de mayo; las aguas del Canal de la Giudecca son ref lejo del sol que calienta las piedras de le Zattere. El antiguo depósito que almacenó parte de la sal de la Serenissima y gracias al restauro realizado por Renzo Piano, es desde 2009 el sugerente espacio expositivo del Museo Vedova. No es todavía mediodía pero el ritmo acelerado de los minutos acerca la hora de la luz blanca que cae con la verticalidad del plomo. Son suficientes dos pasos para franquear la entrada y encontrarme dentro de una penumbra que resalta el espacio alargado en el que las obras de Anselm Kiefer descansan como en un silencio proveniente de tiempos lejanos. No es la primera vez que el artista alemán nacido en Donaueschinge el 8 de marzo de 1945, y residente en Francia desde 1993, expone sus obras en la ciudad. Lo hizo en el pabellón de Alemania en la Biennale del distante 1980; posteriormente, en 1997 el Museo Correr acogió la exposición Himmel-Herde que todav ía muchos recuerdan y La sal de la tierra es su tercera instalación en Venecia. En el depósito del cinquecento, la sal es el aliento que respira en los ladrillos de los muros que hospedan la nueva muestra de Kiefer producida por la Fundación Emilio y Annabianca Vedova. Athanor, La sal de la tierra y Arca son las obras que el artista realizó ex profeso para el magazzino que atesoró mucha de la sal que en el pasado fue oro para Venecia.

Las obras de Kiefer trabajan en nosotros como la sal en el plomo. Unas veces florece el verde, mientras otras el metal no pierde la superficie gris opaca de la transformación negada. Desde hace mucho sabemos que los procesos alquímicos son para Anselm Kiefer metáforas de las búsquedas que debe emprender el ser humano en pos de una dimensión espiritual del vivir. El artista sostiene que para ir hacia el futuro es necesario ver hacia el pasado y la visión de la memoria está en relación con la mirada profética que se vincula con la sal. Recuerdo a la esposa de Lot. A Lot se le ordenó abandonar su ciudad con su mujer y sus hijas sin mirar lo que quedaba a sus espaldas; su esposa no pudo hacerlo, no supo alejarse de Sodoma sin voltear hacia lo que de ella misma y sus afectos quedaba en la ciudad condenada. Volteó y con ese movimiento su cuerpo se transformó en estatua, en sal, sustancia que la alquimia y la literatura bíblica asocian con el conocimiento. Las obras de Anselm Kiefer son un...

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