Salpicados

El peronismo no es ni bueno ni malo, es incorregible, sentenció con lúcida acritud Jorge Luis Borges. Lo mismo podría decirse del chavismo. Por su parte, Averroes, médico matemático y filósofo nacido en Córdoba, en el remoto año 1126 y muy del gusto del gran escritor argentino, sostuvo que Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza.Transcurrido casi un milenio, la afirmación del juicioso sabio hispanoárabe sigue teniendo vigencia plena, por lo menos en nuestro medio, en lo que respecta a la estulticia, la penuria y la opulencia; y obviamos la ciencia porque en la Venezuela de hoy el conocimiento y la investigación son desatendidos al punto de que cualquier sargento, sin más instrucción que la mínima necesaria para regañar y sancionar a la soldadesca devenga un salario muy superior al percibido por un profesor universitario.En realidad no se oculta la ciencia, se prescinde ella para hacer más notoria la im becilidad que subyace en la pretensión de imponerles a los venezolanos un modelo de sociedad históricamente fracasado y superado, inviable en lo económico, porque se basa en un modo de producción ineficiente y poco competitivo, y políticamente reaccionario, regresivo y autoritario que demanda la sumisión como prerrequisito para que el individuo pueda beneficiarse de improvisados programas sociales y que, bajo la muy religiosa denominación de misiones, lo condenan a la dependencia contumaz y al embrutecimiento ideológico.Lo grave y lo triste es que, en el intento cada vez más frustrante de hacer efectiva su utopía, los socialistas del siglo XXI se estrellan una y otra vez contra la realidad, poniendo de relieve su testarudez y ofuscación.Al dejar de lado la ciencia, podemos sustituirla en nuestra paráfrasis de Averroes por la mentira. El ocultamiento pertinaz y el embuste sistemático como herramientas de manipulación de la conciencia popular se corresponden con un proyecto que, después de 15 años de fallidos intentos de ejecución, continúa siendo esencialmente demagógico: ordinario populismo tejido con aspiraciones postergadas y promesas incumplidas. La patraña como se demostró a lo largo del agónico enconchamiento de Chávez en La Habana es el recurso distintivo de quienes por un lado reclaman un hombre nuevo, mientras por el otro se hunden hasta la coronilla en el barro de la corrupción; y, al tiempo que siguen aferrados a un proyecto cuyo soporte propagandístico es la...

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