Salvado de sí mismo

Su particular situación de extranjeridad real y filosófica fue, muy probablemente, el motivo que impulsó y dio fuerza a su creación. El señalamiento no fue sólo por su nacimiento en Lima, sino por el modo que tenía de proceder ante un mundo del que descreía y al que despreciaba en cuotas bastante altas. Se mantuvo oculto de todos como un modo de supervivencia. Ajeno a todo tipo de capilla poética, jamás se hizo eco de esa farsa tan extendida, tras la que se ocultan los autorcillos mediocres y de mentira, que es la actitud de poeta un subproducto anacrónico del malditismo decimonónico que cuadraba bien a Baudelaire o a Rimbaud, pero no a estos minusválidos escriturarios del día de hoy, falsificadores amparados en la promoción de sus grandes logros supuestos y de sus talentos que a nadie importan. Silencioso y en silencio fue haciendo su obra. La fue publicando lentamente y en entregas comedidas. Su búsqueda de reconocimiento verdadero fue incesante, quizá, porque sabía de su extrañeza y su extrañamiento. Sin territorios, se impone inventarlos. El que más horas le exigió fue el del amor, al que casi toda su poesía está dedicada, como permanencia de una sabia recibida de la gran poesía amatoria de siempre. Lo vemos desarrollarse en su más reciente publicación, una que, completada por su autor, ve hoy la luz como edición póstuma: Decanta miento de Eros Antología amorosa El Perro y la Rana, 2009-2013, de Jorge Gustavo Portella 1973-2011. Él mismo define su decantado transcurso: Aquí, la poesía como transfiguración de la inteligencia intuitiva, la poesía que cada día, en cada una de sus voces, parece dar respuestas ciertas a esta inmensa interrogante sobre el hecho amatorio...

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