A Santo Domingo me voy

El próximo fin de semana, representantes del gobierno y de algunos partidos de la oposi ción volverán a reunirse en la capital de República Dominicana. ¿Para qué? Según Julio Borges, todavía presidente de la inmaterial Asamblea Nacional, la oposición regresa a la encerrona inventada por Hugo Chávez inmediatamente después del sobresalto histórico del 11 de abril para pedirle a los jefazos del régimen que desde hoy cada elección sea un proceso electoral justo, transparente y seguro, que permita el cambio político que anhela el país.¿Qué validez tiene plantearle a Maduro y asociados esta ambición, sin duda legítima pero irreal, en las actuales circunstancias? Peor aún: a pesar de todos los pesares y calamidades ocasionados por un régimen que se niega rotundamente a modificar su rumbo, ¿es posible pensar que esa finalidad sea posible? En fin, ¿qué justificación tiene seguir pidiendo la comprensión de los jefazos del régimen con la esperanza de hacerlos recapacitar y rectificar, como si los males que afectan a la Venezuela chavista fueran fruto de políticas públicas mal diseñadas y peor gestionadas, es decir, errores gerenciales persistentes pero siempre sujetos a remedios administrativos, cuando lo que ciertamente ocurre y acorrala a 30 millones de ciudadanos es el resultado concreto de un proyecto político e ideológico cuyo porvenir, por definición, no es negociable? Si no lo creen, vayan a Cuba estos días de elecciones sin candidatos de oposición y pregunten si después de 60 años de revolución y fracasos eso es factible.No vale la pena, pues, recaer en el falso dilema de diálogo sí, diálogo no. Ante la realidad política y económica actual, y ante la incuestionable naturaleza totalitaria del régimen, la utilidad de un eventual diálogo entre el gobierno y la oposición, mecanismo habitual de todo proceso político democrático, en este caso sencillamente carece de sentido. Vaya, que un auténtico entendimiento entre el gobierno y la oposición es una experiencia ajena por completo a la Venezuela de hoy en día. A fin de cuentas, el desafío que desde ha ce 18 años le presenta el régimen al país es el mismo proyecto que a cañonazos trató Chávez de imponerle a los venezolanos aquel lamentable 4 de febrero de 1992.Ese es el aspecto central del único debate que deben abordar las muy diversas fuerzas que...

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