De Sarela a la revolución

El jueves 24 de enero de 2002, Lina Ninette Ron Pereira cantaba un tema de Alí Primera en su despacho-baticueva frente a la iglesia Santa Capilla, en la plaza Andrés Eloy Blanco. Ese lugar, donde ella dormía, funcionaba como centro de operaciones de las redes del poder popular Cristóbal Altuve, su versión inédita e indómita del proceso revolucionario. Esa tarde me recibió contenta, voceando con tono de fumadora de oficio las virtudes, según ella divinas, de Hugo Chávez. A pesar de la manifestación de fuerza que había dado la oposición en la marcha del día anterior, por aquellos días Ron se sentía ungida. Dios me dio el don de que la gente se me acerque y crea en mí, dijo en la entrevista que se prolongó durante varias horas porque, aunque ya era noticia ese estruendo platinado y radical llamado Lina Ron, ella siempre supo administrar su vehemencia con la prensa. Delgadísima y altiva, cruzó la pierna, pidió café para las dos, y regaló una versión re cóndita de su vida. Ron nació en Anaco, el 23 de septiembre de 1959. Su papá...

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