El seguimiento histórico de Rafael Arráiz

Para mí es un honor, a todas luces inmerecido, presentar el texto de Rafael Arráiz Lucca denominado Historia Política de Venezuela. 1948 a nuestros días , pulcramente impreso y diagramado por la Editorial de la Universidad del Rosario, bajo el auspicio del Centro de Estudios Políticos Internacionales CEPI.Delicado compromiso, insis to, el que me ha correspondido, y más aún, si dicho compromiso está antecedido por la entrañable amistad que me une con el autor, de lo que en verdad y de entrada se ofrece hoy al dominio como una rigurosa apuesta investigativa. Y es que en efecto, si algo conspira contra la objetividad es la amistad. Frecuentemente suelen afirmarse cosas absurdas sobre lo que debiera ser la objetividad periodística, histórica, biográfica y académica. Como si a nombre de esa objetividad debiera asumirse la historia, el periodismo, la investigación, la docencia desangrada, deshuesadamente, esterilizante; como si a nombre de esa objetividad que no es exactamente la que debe exigir distanciamiento, unido a una mirada sobria y prudente; hubiera que agregar además la expresa prohibición de escribir en primera persona, suprimiéndose en esa prohibición, sin formula de juicio, el alma del que escribe.Pero como los colombianos tendemos a las polarizaciones, herencia esta de inequívoca raíz Ibérica, confundimos también la reivindicación del yo, la conciencia de la propia valía, con promoción e intercambio de pedanterías, insufribles unas y disimuladas otras dentro de esa lamentable tendencia entre nosotros al uso y al abuso de los diminutivos, sumada a nuestra inveterada necesidad de conformar sociedades de elogios mutuos, como condición primera para la figuración y el protagonismo. No. De plano debemos eludir esas heladas y taxidermicas nociones de objetividad, como también debemos recomendar o mejor aún, oponernos a nombre de la autenticidad, la humildad, la cortesía y el más contundente de los pudores intelectuales a todos aquellos que genializan a veinticuatro horas y a los que estigmatizan y satanizan en similar carrera contra reloj.Hechas las anteriores salve dades sobre lo que entiendo por objetividad y por desafueros del ego, paso a comentar el libro del profesor Rafael Arráiz.Se trata en un primer lugar, de una obra que es la resultante de un proceso de largo aliento, cuya concreción no hubiera sido posible de no estar medida por la paciencia, el rigor, el análisis minucioso, la lectura entre líneas y el copioso soporte documental...

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