Lo seguro y lo incierto

En el país de la incertidumbre, donde se bromea con aquello de que en Venezuela lo único seguro es que quién sabe, hoy tenemos una certeza y una interrogante. Lo seguro, la altísima posibilidad de cambios políticos en el corto plazo. Lo incierto, saber qué será primero: si algún tipo de transición política todavía tan incógnita como el país que vivimos o la ingobernabilidad que resulte de cerrar las puertas a esa posibilidad.Comencemos por lo primero.Fernando Savater afirmaba que cuando un pueblo se decide a cambiar, no hay fuerza sobre la tierra que pueda detenerlo. Y Venezuela parece haber entrado en esa etapa. Más de 80% de los venezolanos pide un cambio en el país, porcentaje que por supuesto incluye a mucho de la antigua militancia ofi cialista.Frente a ellos, un régimen en claro estadio terminal, fracturado y perdido, solo cuenta con la represión y la amenaza como sus últimas herramientas de control social.Pero, además, esta demanda de cambio no solo es cada vez más masiva sino más madura.En un estudio reciente, reali zado junto con Luis Pedro España y otros investigadores, encontramos cómo un porcentaje comparativamente mayoritario de los venezolanos ha comenzado a entender que los cambios deseados implican riesgos, y parecen dispuestos a asumirlos. Este es un paso cualitativamente importante.Porque implica pasar del simple deseo de cambio a la adopción de una actitud que permite la generación de conductas para que aquel se materialice. Es el paso de la mera aspiración a la exigencia. Del simple anhelo a la decisión de luchar por conseguirlo.En este sentido, el cambio po lítico ya comenzó, y esto es lo seguro. No se trata de esperar llegar a instancias de poder para que ocurra el cambio político. Se trata de que el cambio político está convirtiendo en inevitable llegar al poder, para devolvérselo al pueblo.En un sistema democrático las transiciones son un elemento natural y consustancial a la naturaleza del modelo. Pero en un régimen autoritario, y más cuando posee características marcadamente fascistas como el nuestro, las transiciones hay que lucharlas. Porque la tentación riesgosa de quienes nos gobiernan puede...

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