Seis años después

Como si fuera un compromiso personal del presidente Chávez con Dilma Rousseff, Cristina Fernández y José Mujica: así se oficializa hoy en Brasilia el atropellado ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur. Es atropellado porque con él se violaron los estatutos del Mercosur y fueron desplazados tanto el propósito mismo de este acuerdo de integración económica como sus protocolos democrático, de derechos humanos, de seguridad, de protección de inversiones y su régimen sociolaboral. El mayor de los atropellos es que nuestro Gobierno, que se debería comportar como representante de todo el país y fiel cumplidor de los principios y normas constitucionales, lo que ha hecho en los seis años de su impaciente espera es aumentar nuestra vulnerabilidad económica e institucional y, con ello, los costos del ingreso para los venezolanos. El resultado es un compromiso que no cumple con requisitos fundamentales de una política exterior de Estado ni de un acuerdo entre Estados. Como si se hubiera olvidado lo dicho hace cinco años por el ex canciller y actual ministro de la Defensa de Brasil ante alguna de las descalificaciones de Chávez al Mercosur: "Quien quiere entrar en un club, primero acepta las reglas y, después de ingresar, si no está satisfecho, intenta cambiarlas". Para que Venezuela entrara, las reglas pasaron a segundo plano, Mujica dixit. Hoy conviene recordar desde aquí algunos trazos de la desafortunada historia reciente de la integración regional. En nuestra aproximación al sur las obsesiones geopolíticas desplazaron los esfuerzos de muy competentes negociadores venezolanos...

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