Sesos fritos, penuria y patria

En algún recóndito rincón de la memoria pudiera estar el característico chisporroteo de los huevos al freírse en aceite bien caliente. Es parte de las vivencias de la infancia en noches de lluvia y frío, sin electricidad y bajo la luz de una vela. Aceite no hay y no es posible meter la mano debajo de la gallina y ser gratificado. Los gallineros verticales y de cualquier otra posición fueron un gran engaño. No habiendo cómo alimentarlas, son sacrificadas y devinieron en alimento efímero e insuficiente.Ahí está. Venezuela es el país con las más grandes reservas petroleras del mundo. Sobrevivimos miserablemente en un emporio de recursos económicos. Hacia donde dirijamos la vista encontramos territorio para sembrar y criar ganado, también para instalar indus trias y desarrollos turísticos para capitalizar bellos paisajes y playas únicas. Su gente es emprendedora, solidaria, perseverante y avispada. Sabe correr riesgos y no se le enfría el guarapo, pero es romántica o ingenua: cree en cuentos de hadas y en magos de capa, bastón y chistera, o cuando menos en alocuciones y fábulas de gendarmes anacrónicos y autocondecorados, codiciosos y ávidos de meter la mano en la bolsa ajena.En menos de 17 años, la na ción con más futuro en Hispanoamérica, recibió más de tres trillones de dólares y sus gobernantes los despalillaron en relojes, culto a la personalidad, camionetotas, bienes raíces en el exterior, vinos caros y putería, ahora con el peso del fracaso sobre los hombros y sin haber conjugado en presente ninguno de los muchos verbos que ofrecieron...

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