Simonovis

Pretender adivinar el futuro de un hombre por su fisonomía es una ocupación detestable.Cesare Lombroso se creía capaz de establecer si un hombre era un delincuente morboso, histérico o pasional según su forma de mandíbula, orejas y arcos superciliares. Más íntegro y provechoso es intentar comprender la vida ya vivida a través de un rostro, y no me refiero a ángulos o proporciones, sino a una profundidad que no puede medirse ni compararse, solo observarse con respeto.Anna Magnani le exigía a su maquillador: No me cubras las arrugas, que me ha costado una vida entera conseguirlas. Rilke ya le había dado la razón al advertir: Lo bello no es nada sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces de soportar.El rostro más insondable que he visto en mi vida es el de Nelson Mandela en la fotografía que le hizo Annie Leibovitz en 1990, dos días antes de ser liberado. Yo pensaba que en su mirada se fundían la tristeza por los años confinado junto a la paz de haber perseverado y la alegría de comenzar a realizar su sueño... Había algo más.La escritora Nadine Gordi mer estuvo presente el día que lo sentenciaron a cadena perpetua. Quince años más tarde Nadine escribió una novela, La hija de Burger, basada en la des garrada vida de los hijos de los prisioneros. El libro llegó milagrosamente a manos del confinado y aislado Mandela, quien logró enviar de vuelta a la escritora una nota agradeciendo su sabiduría y sensibilidad.Once años más tarde, Man dela mandó a llamar a Nadine, quien, vanidosa, creyó que hablarían de su novela. El tema era otro. Mandela había descubierto, un día después de salir de prisión que su esposa Winnie tenía un amante. Ahora sabemos que en esa imagen de la Leibovitz, tomada tres días antes, también vibraba el alma de un hombre soñando vivir en armonía ¡por fin! junto al amor que había anhelado durante veintisiete años, diez mil noches.Por años he acariciado el pro yecto de acercarme a Iván Simonovis hasta lograr ese retrato que se adentra en los misterios de la vida, y así convertirlo en un ser tan real que nadie será capaz de dejarlo preso por más tiempo.La primera obra de Turgue niev fue Memorias de un caza dor. Cuenta la leyenda que el zar Alejandro decretó la emancipación de los siervos tres días después de leerla. Esa es la mayor fantasía de un escritor: pretender que puede lograr cambios políticos...

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