Simonovis, spaghetti con diablitos

El artículo de hoy por estar alejado de la política, la injusticia, la ignominia y de todo aquello que hace infeliz a los humanos, es raro. Los protagonistas: la bella Bony y el feo comisario Iván Simonovis.Junto con Laureano Már quez y otros buenos amigos, tuve el privilegio de visitar al comisario Simonovis, quien después de diez años de inimaginables sufrimientos separado de su familia, por fin, aunque continúa siendo injusto por ser inocente, le han dado casa por cárcel.Increíble la seguridad alrede dor de su hogar, pareciera que allí viviera Bin Laden. En una de las esquinas un pelotón armado de la Guardia Nacional; en la otra, en medio de la calle, miembros del Sebin; y dentro de su casa, más hombres vigilando a tan peligroso sujeto En la cena nadie preguntó nada; hablamos de filosofía, historia, justicia, chistes banales y de culinaria. Podría afirmar que ese día conocí a la verdadera Bony Simonovis; mujer con guáramo que confesó que por estar tanto tiempo sin su marido, se acostumbró a hacer cosas de hombres, como ser la dueña del control remoto del televisor. A veces, en la madrugada, se asusta cuando se da cuenta de que Iván está dur miendo con ella La historia de cómo se cono cieron es insólita: a Bony le robaron su auto y fue a la policía a poner la denuncia. Allí, Iván la vio por primera vez. Para ese momento, Bony estaba comprometida y él divorciado, en teoría, un...

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