De Sinamaica a los médanos de Zapara y el castillo de San Carlos

En varias ocasiones visité el Castillo de San Carlos y los médanos de Zapara, pero nunca había hecho el recorrido desde Sinamaica por el río Limón. Es una ricura de paseo. Casi una hora de trayecto por las aguas tranquilas, mucho verde a ambos lados, no pasa nadie nunca, la brisa pega sabrosa por la velocidad que no es violenta ni atormenta. Todo lo contrario. Es la oportunidad de meditar, hacer planes, imaginar proyectos y rogar al cielo que nos regale cientos de paseos sobre los ríos del mundo. Créanme que en Venezuela pudiéramos hacer viajes fascinantes de río a casi todas partes. Nos quitaríamos de encima la mortificación de las carreteras. Autopistas fluviales. Una Venecia gigante, limpia, salvaje. Médanos de Zapara. Su nom bre viene de akabaipara, un vocablo guaraní que significa los que atraviesan el mar. Poquísimos venezolanos han experimentado la euforia de subir por estos médanos y lanzarse hasta caer por un lado al lago y por el otro al mar. Son muy vírgenes. Nadie camina por aquí. Pequeños, redondos, con esas formas que hace la arena con el viento. Lucen como una alucinación cuando te vas acercando. Hay que ir o muy temprano en la mañana o al final de la tarde, pues de lo contrario te calcinas los pies. En esta isla de Zapara vive Piñita, el gran guía del lugar. Si lo buscan, pueden hacer un paseo hasta el Torreón y caminar hasta la mar salada. Se trata de una playa inmensa muy poco visitada, perfecta para caminar y caminar sin cruzarte ninguna presencia humana. Si continúan hasta un extremo llegarán a unos manglares que forman una bahía de lo más linda ÂPunta de la CañoneraÂ. Me cuentan que es importante estar pendiente de la corriente porque por esta zona se juntan el lago y el mar. Se pueden ir caminando o con la moto de 4 ruedas que consigue Piñita. Son 7,42 kilómetros desde la casa de Piñita. La isla de San Carlos. La pla ya del Castillo es de las más visitadas por los maracaiberos cuando quieren baños de agua salada. Queda al lado de la antigua edificación y cuenta con toldos y restaurantes. Hay varias posadas muy sencillas, todas con aire acondicionado, por supuesto, y habitaciones con baño. Abundan los sitios para comer en los alrededores y todo se hace caminando. En el puerto donde llegan las lanchitas al lado de la entrada al castillo, ofrecen un servicio de bicicletas tipo carreta para llevar los macundales a la playa o las posadas. El mayor atractivo es recorrer el Castillo de San Carlos de la Barra. Fue...

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