El síndrome pastor de nubes

  1. Lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer. Eran los años de la primera presidencia de Pérez, el entusiasmo ucevista por el MAS y el MIR y grandes manifestaciones en reclamo de presupuesto. En uno de esos días, varios compañeros de Sociología vimos a alguien que, lata de spray en mano, estaba a punto de rayar el Pastor de nubes, la pieza de Jean Arp que alegra la Plaza del Rectorado. Tratamos de impedirlo. Sugerimos que no hay nada heroico en maltratar sin necesidad una obra de arte, que había lugares mejores para hacer pintas, que además de museo gratuito al aire libre, la UCV era de todos, y otros argumentos semejantes. El ultra se volteó a mirar a los veinteañeros que éramos, se tocó la pistola que llevaba al cinto y con un arrogante rictus de desprecio, nos dijo: ¿Y para qué quiero yo una universidad bonita si está al servicio de la burguesía?. Se giró de nuevo, presionó la válvula y, para nuestro estupor, una gruesa ráfaga de pintura negra fue a dar, como un escupitajo de odio, sobre el brillante bronce de la escultura. 2. La escena fue para nosotros una revelación. En aquel momento entendimos que había algo extraño, bárbaro y perturbado en aquel razonamiento un tanto elemental que justificaba la destrucción, o por lo menos los daños graves, a una obra de arte público en el hecho de que en el país existían muchas injusticias sociales. Con el paso del tiempo, en tendimos que no se trataba de una excepción sino de una ideología fanática y enferma Âen memoria de aquel incidente, me gusta llamarle el síndrome pastor de nubes que genera en quien la padece una disminuci ón del entendimiento y una manía de rechazo a todo tipo de acto, objeto, institución o espacio asociado a la belleza, el arte y la estética en el entendido de que estas dimensiones de la vida colectiva son cotos cerrados de las élites que excluyen, así suelen hablar las víctimas del mal léase con voz engolada y tono payasamente epopéyico, a las mayorías empobrecidas que aguardan irredentas por su liberación. 3. El síndrome ataca de nuevo. Ahora desde el poder. Una de sus víctimas más notorias es Pedro Calzadilla, actual viceministro de Cultura. Calzadilla, como nadie, ha logrado resumir, en muy pocas palabras, los síntomas claves de la...

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