Síndrome de provisionalidad

Venezuela vive una paradoja: salvo la intención presidencial de perpetuarse en el poder, todo lo demás parece provisional. La falta de estabilidad, de solidez, de piso firme para crecer va minando todos los días la esperanza. Vivimos en la provisionalidad. Sucede en todos los secto res. En el de la educación, por ejemplo. Cerca de 11.000 unidades educativas carecen de director o tienen sólo un suplente. Un gran número de maestros son también suplentes en espera de una titularidad que nunca llega. La figura de los supervisores, responsables claves de la gestión educativa, ha casi desaparecido. Se acumulan las vacantes porque cada vez menos jóvenes se interesan por la carrera docente. La falta de profesores de Matemáticas, Física, Química y Biología para la educación media se termina supliendo con la promoción automática de los estudiantes, la promoción golilla como se ha llamado. En las escuelas bolivarianas Âde jornada completa con alimentación el hecho alimentación ha suplantado al hecho educativo y la calidad de los resultados no alcanza ni siquiera la media. Provisionalidad igualmente en el sector judicial: casi 2.000 magistrados son interinos, temporales, accidentales. Y en el sector salud, donde se hace cada día más patente la falta de médicos y de estudiantes de posgrado de medicina y donde, según el doctor Rafael Muci-Mendoza, se ha favorecido y forzado una diáspora de más de 6.000 médicos jóvenes y se intenta suplir su ausencia mediante un esquema de formación insuficiente e inadecuado que representa, a su juicio, una verdadera falsificación de los estudios médicos, una verdadera estafa. Provisionalidad también, y notoria, en la gerencia pública. Se pierde la cuenta de ministros y viceministros, incluso de vicepresidentes, de directores de empresas y de instituciones oficiales. Hay, sí, nombres que se repiten, rotan, se reciclan, duplican funciones, cambian de posición al ritmo de las emergencias, normalmente más por razones políticas que técnicas, pero la norma es la provisionalidad. ¿Puede pensarse así en una gestión con visión de largo plazo...

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