Siria y Chávez

Si duda alguna, la noticia más grave y dolorosa que recorrió el mundo este fin de semana fue la de la masacre llevada a cabo por las fuerzas policiales y militares sirias en la población de Al Haula, en la cual murieron 108 personas. Una cuarta parte de las víctimas eran niños que nada tienen que ver con las protestas, no están armados y mucho menos representan una amenaza para el régimen dictatorial del presidente de ese país, Bachar al Asad, amigo del alma del presidente Chávez y del viejito loco de Cuba, Fidel Castro. ¿A quién se le ocurriría justificar esa matanza de civiles, entre ellos mujeres y niños? Pues a los compadres latinoamericanos de siempre, que son capaces de aceptar la explicación oficial de que las fuerzas represivas sirias nada tienen que ver con esta matanza. Por fortuna, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dio ayer un paso fundamental, condenó a Siria por la masacre de Al Haula, y lo hizo, según la agencia AFP, "en los términos más firmes". Según la agencia, en "un comunicado del organismo de quince miembros, que incluye a Rusia, se dice que los ataques incluyeron bombardeos de artillería y tanques del Gobierno contra un barrio residencial y se pide nuevamente al presidente, Bashar al Asad, que retire el armamento pesado de las ciudades sirias". Es lo menos que se le puede pedir a este asesino que, reiteradamente, como ocurrió con Gadafi, el otro compadre de Chávez, mata a su pueblo porque pide algo que es normal en cualquier régimen democrático: que se vaya y deje espacio a otra salida que inspire más confianza en las instituciones, en...

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