Sociedad de cómplices

El pueblo venezolano fue testigo de excepción de un deleznable, aborrecible y oprobioso acto de corrupción, en el cual un diputado de la Asamblea Nacional es grabado recibiendo cuantiosas sumas de dinero. Acción contraria desde todo punto de vista no sólo a los valores y principios que adornan el gentilicio venezolano, sino que también dista mucho de la conducta ética, cívica y moral que debe tener la dirigencia política que anhela el común de los venezolanos. Situación esta que en el marco de la campaña electoral presidencial, lejos de ser aprovechada por la oposición para concatenar sus prédicas con las prácticas en contra de la corrupción y la lucha sin cuartel por la integridad y la transparencia, terminó desenmascarando la triste realidad que caracterizó a la cuarta república, llena de argumentos vacuos para tratar de justificar tan ignominiosa acción, deviniendo en lo que siempre ha sido la oposición venezolana: Una sociedad de cómplices. Lo cual se acentúa en este momento cuando el control del oposicionismo está en manos de una derecha reaccionaria, definida por el canciller Nicolás Maduro, como: Dirección política que ha secuestrado a la oposición venezolana, que responde a una vi sión muy conservadora... para acumular fuerza propia y desplazar a todos los factores y terminar convirtiéndose en el hegemón de la oposición, y su conducta viene definida por marcados rasgos como lo son: irresponsabilidad, falta de palabra, escurridizos y, sobre todo, corruptos...

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