¿Socios o adversarios?

Fue Barack Obama quien señaló la relación bilateral con China para los próximos años como una en la cual la segunda economía del mundo sería, a la vez un adversario y un potencial socio. Su contrincante en la carrera hacia la Oficina Oval de la Casa Blanca no dejó espacio para interpretaciones. Para Mitt Romney, China es un asociado con el que se deben tejer lazos de colaboración siempre y cuando los asiáticos abracen el camino de la responsabilidad. Por su lado, los chinos ven la relación de modo diferente. La agencia oficial de noticias Xinhua, escrita en inglés para lectores fuera de Chi na, con una buena dosis de arrogancia, comentaba, con motivo del tercer debate público que sostuvieron los dos candidatos, que cualquiera que fuese el gobierno que se den los americanos en pocos días, el que resulte electo no tendrá otro camino que encarar el inevitable crecimiento de China y buscarle una honrosa salida a Estados Unidos dentro de su esclerótica ineptitud para adecuarse a tal realidad. Lo que los dirigentes chinos están viendo con fruición desde la distancia, y posiblemente felicitándose de ello, es la dramática pérdida de competitividad del súper poderoso líder del mundo. El tema reviste una profundidad que Estados Unidos no se atreve a poner en este momento sobre el tapete, tampoco. Es cierto, como asegura Romney, que China es un país que manipula a su guisa la convertibilidad de su moneda y olímpicamente se dedica a piratear la propiedad intelectual ajena. Pero no es menos cierto que desde Estados Unidos se han hecho esfuerzos ciclópeos para captar la pujanza consumista china, una estrategia que les permite hoy asegurar haber duplicado sus exportaciones en los pasados cuatro años del...

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