En una sola dimensión

Hay veces que en la vida toca aprender las lecciones en base a los golpes que te da. A la selección nacional, la mano artera en el rostro que le pegó Perú, cual boxeador desprovisto de su guardia, la puso en una perspectiva complicada, justo en tiempos en los que la tecnología y sus avances nos acercan a ver el mundo en tres dimensiones. El argumento de la selección en Lima fue sencillo. Defender con orden y criterio. Se cumplió a rajatabla durante 45 minutos en los que, si se analiza el juego en frío, Venezuela apostó a la formula que ya antes resultó en la eliminatoria, entregarle la pelota al rival, y partir desde la presión en el ataque para forzar los fallos del contrario y aprovechar algunas ocasiones. Oportunidades que llegaron durante los 20 primeros minutos del juego, y que poco a poco se fueron haciendo más escasas. La Vinotinto, teniendo a Juan Arango en plenitud de condiciones y atravesan do uno de los mejores momentos de su carrera; a Luis Manuel Seijas maduro, con criterio y categoría; a jugadores con jerarquía y talento como Roberto Rosales o César Maestrico González; y a dos delanteros exitosos como Nicolás Fedor y Salomón Rondón, sigue amarrada a la camisa de fuerza táctica que lo limita a la hora de crear juego asociado de cara al arco. Como un jugador de póquer sin barajas, el equipo se encuentra desprovisto de otro argumento distinto al del siempre necesario, esto es muy claro orden táctico, que le permita a ese cúmulo de talento brioso, crear, desbordarse, ser lo que son en sus equipos en Europa y en el país. Es ahí cuando, al no tener otra dimensión en el juego, Venezuela se convierte en una presa asequible para el rival. En Perú fue un inicio muy flojo del...

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