Ni un solo instante de inmortalidad

El señor de los bigotes mencionó a no menos de cincuenta personalidades en el discurso leído en el Parlamento para oficializar su solicitud de una ley habilitante que le permita legislar durante un año, supuestamente sobre guerra a la corrupción y política económica.Todavía novato en el arte de aparentar, apantallar, teatralizar, no tuvo la precaución de solicitar al negro personaje anónimo que escribe para lucimiento y provecho de otro que al lado de cada nombre difícil de pronunciar le pusiera entre paréntesis la forma práctica de leerlo, tal como hacen en México con los turistas gringos: para que puedan decir Xochimilco los mandan a decir such a milk cow... lo cual hubiera evitado no pocas sonrisitas burlonas en el hemiciclo ante los evidentes frenazos que metía el orador al llegar a muchos demasiados apellidos que lo dejaban decía Quevedo tan en ayunas que podía comulgar.El negro le escribió dos horas de bobadas que alternaban alabanzas con insultos, mensajes de paz con proclamas de guerra, cursilerías con chabacane rías, especialmente en las pausas con reflexiones de la cosecha y del vocabulario del orador, como la que concluyó con la siguiente amenaza: ¡No me calo chantaje de ningún sector, voy con todo, prepárense!.Si algo caracteriza a este régi men, además de la incapacidad para gobernar al funcionariado se le recomienda tomar whisky en vasos de cartón porque todo lo quiebra, es la presencia...

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