La sopa de Elías Pino

Con esta cara y este cuer-pito, he tenido que valerme de muchos trucos para acercarme a las mujeres que algún día me han acompañado. No es fácil conquistar cuando uno no es Juan Carlos García, por eso decidí estudiar, aprender idiomas, tener bellos automóviles, vestir diseños elegantes de mi amigo Scutaro, pero lo que más me ha ayudado, ha sido la labia. Así pensaba mi ex Rocío Higuera, durante los 3 años que estuve casado con ella. Sus amigas, entrépitas, le decían: --¡Pero Rocío!, ese hombre es muy feo y muy mayor para ti.Debe tener un secreto.Rocío, entre risas, respondía: --¡Claudio lo que tiene es la bia! Si ustedes hablan 10 minutos con él, se friegan.Recuerdo cuando fuimos a una reunión y alguien dijo: --Llegó Claudio, ¡ahora sí que se puso bueno esto...! Rocío se adelantó y aclaró: --Avisado: para que Claudio haga reír, hay que pagarle un billete o acostase con él...Pero el cuento de hoy es otro.Hace como mil años, cuando yo tenía 18, el famoso amigo, periodista e historiador Elías Pino Iturrieta visitaba con frecuencia nuestra casa. Era apuesto e inteligente, bailaba el chachachá como los dioses y tenía además mucho dinero que había hereda do de una tía de color que vivía en Haití y quien, para sorpresa de todos, legó toda su fortuna a Elías, que para ese entonces ya era un aventajado estudiante de Historia en la UCV. Elías se convirtió así en el soltero más codiciado de Caracas...

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