Strindberg entre nosotros

Se trata siempre de un conflicto de poder. El sexo, la clase social, la posición en el hogar son sólo la excusa; la verdadera intención es mostrar el lado miserable que a veces no resulta tan evidente. August Strindberg, el artista atormentado que pasó del realismo al simbolismo y que alteró los preceptos de la dramaturgia universal, es el protagonista de un ciclo que organizan Hebu Teatro y el Teatro del Contrajuego para dar a co nocer en el país obras que inviten a la reflexión. El programa, que comienza hoy y culmina el 17 de junio, incluye galerías fotográficas, conferencias, lecturas dramatizadas y el montaje de dos de sus piezas más importantes, El pelícano y La se ñorita Julia, presentadas una a continuación de la otra. Las escenografías fueron he chas de madera. Paredes, columnas, suelos y existencias lucen duros, fríos, rajados. El presente de los personajes está carcomido por los traumas y el egoísmo. La puesta recrea un ambiente estéril, enfermizo. El pelícano transcurre en una casa helada, asediada por sombras y vientos que asemejan fantasmas. Los integrantes de una familia velan la muerte del padre mientras se pelean por herencias y rencores. Las palabras de la madre laceran, las reacciones de los hijos van de la sumisión a la locura y el yerno se maneja con violencia y manipulación. La historia es protagonizada por Diana Volpe, Ricardo Nortier, Jesús Nunes y Daniela Leal. La señorita Julia introduce en escena a una joven de la alta sociedad que se ha cansado de las poses y de las costumbres de ésta y decide seducir a su sirviente la noche de la Fiesta de San Juan. Su posición social...

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