Los otros suicidios de Ramos Sucre

El hombre a quien el 13 de junio de 1930 vieron morir en el Hospital Cantonal de Ginebra no era, desde hacía mucho, José Antonio Ramos Sucre. O, por lo menos, no pertenecía a la tribu de los que mueren una sola vez.Su historia era una historia de transfiguraciones. Se admitió como Otro a los 13 años, cuando las muertes casi simultáneas de su padre y de su tutor lo salvaron de la prisión eclesiástica donde estaba confinado, en Carúpano, y lo devolvieron a la casa de la domesticación que las mujeres de su familia gobernaban en Cumaná.Supo que era Otro, 20 años después, cuando el amor y la salud se le negaron, y la realidad comenzó a poblársele de criaturas que jamás había visto: damas de corte española y jinetes de Mongolia que le interrumpían el sueño con discursos cuyas palabras desconocía, pero de las cuales no perdía ni una brizna del significado. El cuerpo se le alzó entonces en rebeldía: los brazos combatieron con los caballeros andantes de Amadís, los ojos se...

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