Suma cero

Los guapos de barrio y su peor perversión, los azotes, son seres esencialmente solitarios, gente de pocos amigos que sólo se junta con los de su misma ralea y con los que ajustan cuentas de la peor manera: a balazos o a cuchilladas; nada de diálogo o de trompadas estatutarias. Su nula propensión a hacer amigos, ampliar el círculo social, influir en otros grupos, contar con la aprobación y el respaldo del vecindario para salir airosos en situaciones inesperadas descartan su participación en actividades políticas, que obviamente implican saber ganar amigos, conquistar seguidores y sumar voluntades.Los fascistas y las derivaciones bolcheviques no sólo coinciden en el uso de la violencia y el terror para imponer sus caprichos y su modelo de felicidad obligatoria, sino también en toda esa jerigonza que rechaza la capacidad de los otros de razonar y escoger su propio destino. Ambos más que convencer pretenden vencer, derrotar, aniquilar, volver polvo cósmico a los adversarios, que siempre serán enemigos.La civilización ha impedido que los modos salvajes de conquistar el poder sean los más populares y recurridos en los tiempos que nos tocan, pero con la generaliza ción de la democracia los émulos de Boves han encontrado intersticios, rendijas, fallas y goteras para horadarla y demolerla. Utilizan las herramientas de la participación ciudadana para destruir la ciudadanía y convertir a los electores en zombis que, con la mirada fija en la nada, acuden a los centros de votación a sufragar por la camarilla que con su ineptitud les ha cuadriculado la existencia. Dan poder a los verdugos...

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