La suprema infelicidad

Nicolás Maduro parece tener dificultades con la realidad, o porque no la entien de o porque esotéricamente no la acepta. Seis meses después de ser anunciados los dudosos resultados electorales que por ahora lo mantienen en la Presidencia, su cara es de absoluta perplejidad: los labios apretados le impiden esbozar una sonrisa de felicidad y exhibe una mueca de preocupación, su mirada a veces esquiva, a veces fija, no es de sorpresa, sino de quien busca una salida y no la encuentra. En cierto modo, se muestra estupefacto ante los acontecimientos que probablemente creyó que iba a cambiar y empeoraron.Maduro es un hombre de pensamiento no rápido que le hace pasar malas jugadas, sobre todo en el lenguaje; tiene dificultades para resolver los angustiosos problemas del país y no comprende que tiene que gobernar con los más eficientes, disminuir los índices de criminalidad y violencia, dotar los hospitales públicos, incentivar la producción, respetar el derecho a la libertad de expre sión, y los de todos los ciudadanos, permanentemente burlados y estafados con promesas de bienestar que solo disfrutan los enchufados y los que hacen grandes negocios con el poder.El malestar social es tan gran de que la creación de un Viceministerio de la Felicidad Suprema significa un insulto a la inteligencia y un mecanismo diseñado para ocultar las dificultades. Se trata de una nueva técnica de sometimiento y humillación para una sociedad que navega en la miseria y la escasez. El Viceministerio de la Felicidad Suprema es otro eufemismo como el mar de la felicidad, que solo ha traído sufrimiento al pueblo cubano, cuya obsesión principal es escapar de esa isla aunque tengan que arriesgar la vida en el corredor de la muerte del estrecho de Florida.Como en Cuba, aquí ya no es posible distinguir entre la corrupción y la supervivencia, estamos experimentando lo mismo, se priorizan las necesidades: primero que nada la subsistencia, y de último, la dignidad. Primero un pote de...

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