Los sustitutos

Venezuela, como conglomerado social, vive en una permanen te búsqueda de nuevos héroes. De personajes salvadores que ayuden a mitigar las penurias de un país que escucha la palabra crisis como sinónimo de su andar desde hace por lo menos 30 años. Es ahí donde los deportistas han cobrado un rol fundamental dentro de la capacidad para ayudar a sonreír a un pueblo, al que entre devaluaciones, inflación, escasez y de un buen tiempo para acá inseguridad personal, se le olvidó como era aquello de ser feliz. Esto a pesar de que existen investigaciones que ponen al venezolano como una persona capaz de mantenerse sonriente en medio de las vicisitudes. Reír por no llorar. Pocos, muy pocos de esos héroes le pertenecen al fútbol. Es en el tiempo reciente que Venezuela descubrió la risa a través de los goles. Richard Páez inició una senda victoriosa hace 11 años, un 19 de agosto de 2001, con aquella sonora victoria sobre Uruguay en Maracaibo, y desde entonces comenzó el proceso del ciudadano en el que pudo encontrar ídolos dentro de un juego que históricamente ha generado más tristezas, rabias y dolores que otras cosas. Casi como un fiel reflejo del país, el fútbol venezolano también ha vivido de crisis en crisis. Al buscar un poco más atrás, no demasiado, el venezolano encuentra que en 1996 saltaron los primeros héroes. En aquella época era común ver a algunos muchachos de las escuelas y los colegios hablar de la Vinotinto que jugaba el preolímpico en Mar del Plata. Ahí estaban Rafael Castellín, José Manuel Rey, Luis Pájaro Vera y Rafael Dudamel; varios de los que eventual mente aparecieron entre los lanceros de Páez, aquellos que le devolvieron la sonrisa a Venezuela con los goles en el primer decenio del nuevo milenio. Después vino la generación de 1998 en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, disputados en Maracaibo, donde estaban Leopoldo...

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