Tabúes y paranoia

Después de amasar una considerable fortuna en el negocio del cemento, Wi lliam Maxwell Aitken, barón de Beaverbrook, se trasladó a Inglaterra donde, mediante la adquisición del Daily Express que, bajo su mando, llegó a ser el periódico con mayor tiraje y circulación del mundo, y la fundación, entre otros medios impresos, del Sunday Express y el Evening Standard, se convirtió en un influyente magnate de la prensa. A él debemos un aforismo encomiado en las salas de redacción como la mejor definición de noticia que se haya producido jamás: Si un perro muerde a un hombre, no es noticia, pero si un hombre muerde a un perro, eso sí que es noticia. Sabía de lo que hablaba Lord Beaverbrook y tanta razón tenía que, a casi dos semanas de producirse el hecho, se sigue comentado en las redes sociales y durante varios días El Nacional lo incluyó entre lo más leído, compartido, visto y viralizado que en Los Guayos estado Carabobo un hombre descuartizó a un perro para comérselo. El episodio que causó momentáneo estupor e indignación perdió dramatismo por su machacona difusión y, sobre todo, por la fingida incredulidad y los hipócritas desmentidos del oficialismo, responsable último de que casos similares sean parte de nuestro diario acontecer.Que un hombre haya sacia do su hambre con un perro callejero a la parrilla no debería ser motivo de asombro tiene la humanidad más de un siglo engullendo perros calientes, bocadillos a base de salchichas de dudoso origen y factura elaboradas vaya usted a saber con qué clase de despojos, dadas las deficiencias proteínicas in herentes a lo que la arrechera popular, devenida en vacilón, y por aquello de que al mal tiempo buena cara, bautizó dieta Maduro, eficaz régimen de ayuno obligatorio que se ha traducido en generalizada pérdida de peso del venezolano promedio; y, si tenemos en cuenta que alimentar a una mascota supone una erogación mensual de más de 7,5 millones de bolívares, se entiende que, antes de abandonarla a su suerte, un amo sin vocación de fakir ni de san Francisco de Asís decida beneficiarla y echársela al buche en suerte de comunión digestiva. Claro que las buenas conciencias, cual correspondería a las sociedades protectoras de animales, pegaron el grito en el cielo por el can sacrificado, sin reparar en que el comensal estaba pasando las de Caín.La caninofagia no es, como se da por sentado, práctica exclusiva de los chinos, que comen todo lo que vuele, excepto aviones, y todo lo que tenga patas, salvo...

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