Taima

Este ha sido un año muy duro para Venezuela y, pareciera, no mejorará. Más bien nos im pulsará violentamente al que viene con tal carga que hará lucir estos meses como lo menos malo de la catástrofe.Recibir la muy esperada no ticia de la convocatoria a los acreedores internacionales y exponer la necesidad del refinanciamiento de nuestra deu da externa no hace más que confirmar el imparable descenso por la escalera que conduce a una mefistofélica debacle.Perdimos una gran oportu nidad, pero la cleptocracia fue astuta y determinada, al lograr robarnos los bienes del tesoro nacional y, además, lo más precioso de una sociedad: nos robaron el futuro.Siento que una vez más he mos perdido el tren del desarrollo, ese que pasa por las estaciones de la prosperidad. No se detuvo en las estaciones de la Educación, la Salud, la del Bienestar para toda la población. Siento que esta tierra que perdió tantas oportunidades en el siglo XX ahora perdió el último tren y se nos condena al distanciamiento de nuestros países vecinos al convertirnos en centro de atraso y corrupción desbordada.No hay duda de que esta pérdi da tiene responsables, la culpa es de alguien. ¿Valdrá la pena buscar a esos responsables o dedicar todos los esfuerzos en volver a encontrar el camino para montarnos en un tren que podamos considerar de opor tunidad? Quienes hasta hoy lo han podido hacer, o no lo han hecho o lo han hecho mal, no merecen confianza, lo demuestran los hechos.Un país sin infraestructuras, sin industrias, sin tecnología, sin universidades está condenado a convertirse en un reducto de empobrecimiento y emigración. Hoy...

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