Pero tenemos Tania

V amos por la carretera de Nirgua. En el paisaje triunfa cierto aire a desolación. A asunto no terminado. A pueblo que iba a ser y no fue. Un letrero anuncia con pom pa el nombre de un comedero: Restaurant: Talento, Clase y Estilo. En el vehículo, nos vemos con desconcierto. Alrededor solo hay un vertedero de basura, dos perros que muestran el costillar, monte y orfandad. Al rato, otro letrero más honesto nos hace su oferta: Sopa, Seco y Jugo. A 50 metros, un nuevo negocio: Dios oye, venta de empanadas. Tanto misticismo nos intimida y seguimos.Un rancho en ruinas, a orilla del camino, ostenta un cartel: Se vende. Faltaría agregar: Verlo es comprarlo, tal como reza la literatura del ramo.Las carreteras del país ofrecen la exuberancia de sus verdes y la precariedad de sus habitantes. Aun así, sigue siendo una experiencia feliz acodarse a la orilla y comprar limones gigantes, huevos de dos yemas, mandarinas dulces, ajíes que inventaron el rojo, lentejas perfectas, budares y asadores. El paisaje va modificando su ortografía mientras lo recorres. Ya en Tocuyito la oferta de la ruta se llena de grasa y aceite, cascarones de carros, Silenciadores Marlexis, Lubricantes y algo más, licoreras, venta de repuestos y parabrisas. Un microbús nos rebasa y muestra su nombre: Forever Marleidi. Un aviso del Ministerio de Transporte intenta señalar el camino, pero le falta la exacta mitad: La Aranz, Las Lomas de.... Más allá, sobre la pared de una humilde casa, reina un mural: La Venezuela que queremos. No alcancé a detallar la nación prometida.La vida está llena de letreros. El país es hoy un letrero ruinoso y descolorido.*** El chofer nos cuenta que ya su compañía no hace viajes nocturnos. A esa hora la dama y señora de la carretera es el hampa. Nos comenta que solo los suicidas se atreven a ir a Choroní de noche. Sortea huecos mientras habla de ciertas rutas que te conducen como una calle ciega hacia el robo, el secuestro o la muerte. Turismo extremo involuntario. Clientela en alza.Entre la precariedad y nuestra dispendiosa geografía nos desplazamos con un aditivo extra. Dentro de la van viaja con nosotros la irrepetible actriz Tania Sarabia. Vamos quejándonos de todo, pero tenemos Tania. Un contundente antídoto contra la depresión.*** Ya desde Bejuma, Tania ha estado relatándonos cuentos, anécdotas. Nos habla de un episodio ocurrido en una emisora de radio regional donde un niño llamó para pedir que lo complacieran con una canción de rancia estirpe...

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