La tarea del testigo: Lectura en tres noches

Primera noche Tengo la idea de que no es posible pensar el insomnio porque es él quien nos piensa a nosotros. Amanecemos en su hechura: con ese aire de sobrevivientes de un mínimo naufragio que impregna cada gesto, cada vacilante palabra. El rostro diurno del insomnio es el de una hinchada derrota, el de una mirada que sólo contempla desde la distancia, desde una cierta lejanía. El insomne recorre el mundo pero sólo puede hacerlo desde otro lugar; desde un sitio desconocido para quienes lo acompañan. El insomne permanece tan inmerso en ese mundo que no ha logrado interrumpir ni abandonar durante unas horas, que comienza a alejarse de sus contornos. Ya lo sabemos, nada es más distante que la proximidad inmediata; nada nos hace más lejanos a un objeto que aproximarnos de manera incisiva a su forma. Esa distancia es el primer punto que percibo en esta maravillosa novela de Rubi Guerra: una escritura hecha desde la lucidez y el dolor que genera la distancia. Un personaje llamado el Cónsul, del que se facilitan con gran habilidad brumosas informaciones que lo hacen coincidir con la biografía del poeta Ramos Sucre, irrumpe en la atmósfera de esta escritura pero dejando siempre un espacio entre esos datos y la comprobación de que la narración pueda encontrarse definitivamente conectada con la vida del poeta cumanés. No es casual esa estrategia. Apuntar hacia la relación de una vida famosa, pero negarnos la banalidad del dato exacto que resalte el carácter biográfico de sus páginas. Crear distancia; mostrar los dos puntos que van desde nuestro conocimiento de la vida atormentada del poeta Ramos Sucre, hasta la definición de este personaje insomne, cumanés, poeta, diplomático, que se dirige hacia la ciudad de Ginebra. Esa tensión recubre muchas de las páginas de la novela: expresiones reconocidas como propias de Ramos Sucre atribuidas a este personaje; cartas firmadas con las iniciales del poeta pero intervenidas de manera radical hasta modificar muchísimo y casi por entero los textos originales por citar un ejemplo, la novela muestra una carta del Cónsul fechada en febrero de 1930, y existe una carta con términos similares escrita por Ramos Sucre pero en octubre de 1929, y finalmente las referencias a una ciudad específica y, sobre todo, a la enfermedad nerviosa en la que ambos Âpersonaje y poeta quedan vinculados en esa ceniza de fuego que el insomnio esparce sobre la mirada. Esa tensión oscilante consi gue alzarse dentro de mi lectura con esa...

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