Tenerife, ensueño sobre el mar

Tenerife es un fragmento rebelde de continente en medio del océano Atlántico. Nació del fuego del volcán y junto a sus seis hermanas ÂLa Gomera, La Palma, El Hierro, Gran Canarias, Fuerteventura y Lanzarote forma parte de una extremidad distante de la España peninsular, conocida como las Islas Canarias. Es a su vez, el archipiélago más grande del conjunto. En él se descubren acantilados, valles, playas, dunas, diversos parajes en los que la lava del viejo Teide dejó su huella no sólo en el color opaco de la tierra, sino también en las oscuras arenas de sus playas y en las caprichosas formaciones de sus montañas, algunas más verdes que otras. Tenerife se divide en dos partes según la costumbre isleña: norte y sur. Pero es Santa Cruz el territorio neutral, la ciudad principal donde la antigüedad y la modernidad se mezclan para brindar sus encantos culturales, así como el esparcimiento a los tinerfeños y a los turistas que llegan al puerto diariamente en lujosos trasatlánticos. El centro de la modernidad. Santa Cruz es considerada por algunos un balcón sobre el mar, pues cualquiera puede observar el infinito océano, y en algunas ocasiones, cuando el cielo está despejado, divisar la silueta perfecta de La Palma, una de las islas hermanas. Desde la avenida Anaga, en el paseo peatonal, se respira la brisa marina y se observa el puerto repleto de turistas, barcos y de los lugareños. El camino por sí solo guía hasta la plaza España: majestuosa y amplia. Las vías aledañas al monumento conducen a la famosa calle Castilla colmada de comercios. Siempre es ajetreada, sólo el silencio se apodera de ella de 1:00 a 4:00 de la tarde cuando los comerciantes toman su siesta diaria. Luego de las 5:00 la algarabía vuelve a ganar territorio. El parque García Sanabria y las Ramblas son paseos que no deben faltar en el itinerario del turista. Es ideal hacer el recorrido en las tardes, con la brisa fresca y con la compañía de un barraquito Âcafé popular elaborado con leche condensada, leche, canela, limón y licor y unos churros cubiertos de azúcar, disponible en cualquier bar o cafetería de la zona. Para quienes prefieren disfru tar de un día de playa, Las Teresitas y San Andrés son el lugar ideal. El color de la arena es distinto al resto de la isla, puesto que fue traída del desierto del Sahara. Están repletas de visitantes durante todo el año, aunque suele bajar el número en los meses de invierno. El Parque Marítimo es otra alternativa para refrescarse, en su...

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