Tequila para recorrer

En el Pueblo Mágico de Tequila, en el estado mexicano de Jalisco, el aire seco abraza un campo de agaves azules, paisaje que en 2006 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y recorre callecitas estrechas y empedradas, donde todavía existen casonas del siglo XVI, ahora convertidas en tiendas y restaurantes.Allí, Amor de mis Amores es un local en la plaza principal.De su decoración resaltan las sillas de mimbre y el papel picado de colores en el techo. Un par de antojitos para empezar: el chamorro envuelto en penca de agave o los tamales con mole, también de agave.Más allá, en una de las plan taciones de Casa Sauza, una hilera tras otra de magueyes va contando su historia a través de una simetría azul hipnotizante. En medio de este escenario rural sirven cantaritos de bienvenida, coctel preparado en un típico vaso de barro: lleva tequila, frutas cítricas, hielo y un ingrediente secreto.En caso de que se anime po drá sembrar un agave, tal y como lo hacen los expertos: zapateando la tierra para que la planta crezca. Diariamente los jornaleros plantan entre 800 y 1.200 magueyes. Los jimadores agricultores que se dedican a cosechar plantas de agave se encargan de cortar las pencas y extraer el corazón o piña que madura después de 6 u 8 años.Paseo espirituoso. Un vehículo turístico conduce hasta la bodega La Constancia, en la que se conserva el tequila extra añejo. Los anfitriones dan una probadita del Black Barrell, un tequila con notas de whisky. El saborcito a roble blanco cae por la garganta. La mejor manera de beberlo es así, directo. El paladar se acostumbra y aprecia ese sabor a madera.El recorrido continúa hacia La Perseverancia, una fábrica donde los procesos de destilación dan vida a las...

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