Testigo insobornable

Un testigo insobornable fue la expresión utilizada por Alfonso Reyes para describir a uno de los pensadores más importante de América Latina, Pedro Henríquez Ureña. Él fue quien diseñó un plan de formación, en México, a mediados de 1908, en el que participaron Antonio Caso, Gómez Robledo, José Vasconcelos y Alfonso Reyes, entre otros, con el objetivo de prepararse, a propósito de la idea de Jesús Acevedo de constituir un grupo que dictara conferencias. Así se formó en octubre de 1909 el Ateneo de la Juventud. Movimiento que fue crucial en el desarrollo cultural de México, cuando se transformaron en Universidad Popular en 1913, pero sobre todo para el desarrollo del pensamiento filosófico y literario latinoamericano. Dentro de la lista de lecturas que recomendaba el joven Pe dro, de 23 años de edad, estaba Nietzsche. Ya en enero de 1908 hay una correspondencia de Alfonso Reyes a Henríquez Ureña, en la que hace una interpretación del Origen de la tragedia de Nietzsche y le pide a su amigo que la lea y le corrija. Y en las primeras conferencias que se dictan en el Ateneo de la Juventud se encuentra la titulada por Antonio Caso Nietzsche. Quizás este grupo de jóvenes intelectuales fue el primero en América Latina que realizó un estudio sistemático de la obra del pensador alemán, a ocho años de su muerte. Tal vez, esto explica que al inicio del siglo del furor positivista en América Latina el pensador dominicano escriba un ensayo titulado Contra el positivismo. En 1924 empieza a dar cla ses de literatura en el colegio secundario de la Universidad de la Plata, en Argentina; entre sus alumnos de primer año de bachillerato se encontraba quien se convirtió en su discípulo y amigo, Ernesto Sábato, quien lo describe como el humanista excelso, quizás único en el continente. La influencia del maestro fue crucial en el pensamiento del intelectual argentino, no sólo por lo que dice Sábato en su ensayo titulado Pedro Henríquez Ureña, sino por todo lo que se respira en su desarrollo teórico desde Uno y el Universo 1945 hasta España, en los diarios de mi vejez...

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