Los Testigos se mantienen como un refugio de pescadores

Cómo llegar. Hay que llegar a Río Caribe porque es el punto de partida Âen este caso o puede ser directo a San Juan de las Galdonas, que requiere escala en Río Caribe. Una opción es volar a Carúpano con Albatros Âla única aerolínea que presta el servicio con un vuelo de lunes a viernes o llegar por la maltrecha carretera Âsi no se cae otra vez el puente de CúpiraÂ. Desde San Juan de las Galdonas se navega aproximadamente dos horas Âcon buen mar hasta Los Testigos. Con un oleaje malandro pueden ser hasta cuatro horas y a toda velocidad. Sugiero agosto, septiembre, marzo o abril. La dulce espera. Confieso que requiero naturaleza virgen varias veces al año. Me renueva dormir en chinchorro o carpa bajo el cielo, bañarme en ríos o playas, y que me despierte el sol y me acueste la luna. Es la oferta que nos hacen Tamara Rodríguez y Juan Sará alguna vez al año. Casi siempre en agosto o septiembre. En esta ocasión pudimos ir. Destino: Los Testigos. Es mi tercer viaje a estas 16 islas e islotes de unos 5 km² aproximadamente cuya máxima altura es Testigo Grande, con 260 metros. Se trata de la avanzada insular más oriental de Venezuela y la más importante después de Las Aves, pues es la puerta natural de entrada al país de todas las embarcaciones turísticas. Viven allí 250 personas, con centradas casi todas en La Iguana, donde queda el puesto de la Armada para el control de entrada y salida de viajeros. En una época eran puras casitas de madera tipo palafito, pero en un incendio voraz se quemaron como seis. Ahora son de bloques, acaban de hacer una escuela de madera lindísima, amplia y ventilada, pintaron y renovaron la capillita y acomodaron un galpón para celebrar la fi esta de la Virgen del Valle. Este fi n de semana es la octavita. La poca agua dulce que se consigue es la que pueden recoger de la lluvia, pero los habitantes son tan generosos que comparten la que tengan al igual que sus baños. Todos viven de la pesca, abundante y generosa, especialmente la langosta entre los meses de noviembre y marzo. Salimos desde Río Caribe en caramados en un camión atestado de equipaje. Una carreterita malandra, de curvas, a punto de caerse en varios tramos. Ya no es novedad. Así están las vías en todo el país. Llegamos a San Juan de las Galdonas, un pueblo con una vista que te ahoga de estupor, pero en un abandono que desconcierta. En un embarcadero improvisado nos espera Botuto con su equipo de marineros y 4 bolsas brillantes de grasa llenitas de...

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